Por Mariana Morales Lobo
En el confinamiento, las redes sociales han convertido todos los hogares conectados en un Gran Hermano. El espejo nos devuelve una imagen de ingenio, rutina y aburrimiento, salud o enfermedad, discusiones sobre héroes y pequeñas victorias o miserias de balcón. Este agujero en la privacidad familiar no ha sido el único. También las aulas, esos lugares impenetrables, han mostrado al desnudo su realidad digital. Hemos visto cómo se desarrollaban, en 15 días, sistemas que intentan suplir la formación presencial en todos los niveles: desde páginas interminables de lecturas y tareas del libro de texto o de creación propia de variopinta calidad, hasta sofisticados sistemas de traslado del horario escolar al ámbito familiar, con recreos incluidos y horas delante del ordenador escuchando a un profesor como si no estuviéramos viviendo la situación más extraordinaria desde la guerra. También hay quien se coordina con los compañeros de equipo para que la tarea sea razonable en calidad y en cantidad, incluso quien ha puesto la labor tutorial por delante y se ha preocupado en llamar uno por uno a los alumnos para ver cómo están y cómo pueden ayudar desde la escuela en esta situación excepcional en la que muchos han perdido a sus abuelos por la epidemia, se están haciendo cargo de sus hermanos porque los adultos están trabajando, comparten a ratos el único ordenador de la casa o están viviendo de manera angustiosa la pérdida de los empleos en sus familias. Lo más esencial a veces se pasa por alto y se piden aplausos para un colectivo al que le acaban de quitar el suelo que pisa.
La escuela ha entrado en la caja de resonancia de las redes sociales que todo lo deforman, como si entrara obligada en el callejón del gato, y aun no sabe si puede mirarse en sus espejos cóncavos o dónde encontrar el valor para hacerlo. Ante la incógnita de si se verán obligados a promocionar a todo el alumnado el próximo curso, solo el debate escuece y se magnifica el peso de la evaluación sumativa y de la repetición de curso como mágico castigo que soluciona no sabemos muy bien qué -ni siquiera en situación de normalidad es una medida efectiva para aprender. Sin notas parece que muchos no solo pierden el suelo, sino el cielo y el paisaje entero, cayendo al abismo de tener que repensar el oficio de enseñar desde otras relaciones personales con los estudiantes que no sean el control y el poder. “Si no hay notas, no querrán estudiar”, dicen. “Perderán la motivación”. “¿Cómo haré para que me hagan caso?”
En cambio, aquellos que tenían una relación cuidada con sus alumnos desde un respeto a sus necesidades de desarrollo y aprendizaje, los que cumplían con la norma de hacer una evaluación formativa, incorporando decisiones y mejoras en los aprendizajes cada vez que detectaban un error en sus alumnos, viven el confinamiento como una oportunidad para atender a sus alumnos mejor, personalizando la tarea y dando feedback de calidad. No comprenden el temor de los otros a la promoción general porque hace tiempo que sustituyeron las relaciones de control por otras de confianza y acompañamiento, la motivación extrínseca de las notas por la motivación intrínseca por el aprendizaje. Tendrán sus vacilaciones y dudas profesionales, como siempre, pero también herramientas eficaces como la práctica reflexiva y una red de compañeros con quienes compartir logros y desafíos.
El confinamiento y la llamada “escuela en casa” son una magnífica oportunidad para construir relaciones de cordialidad y vínculos afectivos con los niños y adolescentes. Además de desarrollar nuestras competencias digitales como docentes, ahora podemos pasarnos masivamente a la evaluación formativa sin notas y redescubrir el sentido de la profesión docente: lograr que todos los alumnos, sin excepción, aprendan desde su contexto y su punto de partida y se sientan cuidados y acompañados en estos tiempos difíciles y extraños que nos ha tocado vivir. Ojalá dentro de unos años nos miremos en el espejo de la Historia y nos sintamos orgullosos de lo que aprendimos durante la epidemia, de cómo nos hizo mejores docentes y personas y de cómo logramos, por fin, humanizar el sistema escolar.
Mariana Morales Lobo
Consultora en el ámbito de la educación
Miembro del equipo de apoyo de la PIPR
@MarianaMorale19
es.linkedin.com/in/marianamoraleslobo
Excelente.
Es un escrito que provoca la reflexión sobre la nueva educación, una que oriente hacia la construcción de una lógica compleja de interpretación de los fenómenos.
Gracias, Conrado, por apreciar el enfoque reflexivo. Tenemos ahora la oportunidad de repensar la escuela
Una cosa que los docentes enmascarados o desconfinados no nos podemos permitir: la automplacencia. Gracias por esta apuesta por la evaluación formativa.
Gracias a ti, Miguel, por apreciarlo. Tengo la esperanza de que los docentes podamos pasar de pensar en el corto plazo a pensar en el medio plazo de manera crítica y constructiva
hola como andan…?soy de Argentina compartiendo entre todos nos-otros esto que nos pasa y nos atraviesa …coincido con Conrado que este texto provoca la reflexión, en esta contigencia la educación como horizonte de formación requiere que dejemos de mirar solo para adelante,requiere que miremos a nuestros lados ya que la imagen de lo educativo se ha desdibujado…pensemos en esta incertidumbre, en la fragilidad de los cuerpos y la centralidad que hoy tiene tecnología ¿Es acaso la educación la entrega de nos-otros a las empresas tecnológicas porque los docentes ya no somos necesarios?¿que nos esta pasando con la exigencia de rendimiento?Carlos Skliar nos llama también a la reflexión cuando nos dice que los maestros son figuras de la conversación para conversar entre alteralidades…entonces preguntarnos¿que hacernos en este tiempo en la fragilidad de lo humano? Mientras somos y estamos en esta burbuja que nos enmascara, pensemos que en este desenlace comienza nuestro desafío educativo…
Qué interesantes reflexiones compartes, Maria Cristina. Alguien dijo que el profesor que pueda ser sustituido por una máquina se lo merecería. Vayamos a lo esencial de nuestro trabajo, a aquello que nos hace profundamente humanos, solidarios, cuidadores…
Excelente reflexión
Una vez mas nos encontramos los docentes con un nuevo desafió que nos invita a la reflexión, meditación, consideración, deliberación, es decir, buscar la manera mas expedita para poder ayudar a nuestros estudiantes y lograr ante esta coyuntura ser un apoyo y no convertirnos mas bien en un fastidio o cansancio. Cada estudiante es un mundo, una mente diferente que ahora va a tener que descubrir como puede aprender a aprender , pero todo esto sobre la práctica no hay tiempo es ya, . tanto docentes como estudiantes ahora mas que nunca debemos estar unidos para salir ante esta situación con el mejor de los aprendizajes y en la mejor de las circunstancia mas fortalecidos y solidarios. Éxitos para todos. Desde Venezuela un afectuoso saludo.
Interesante y bonita reflexión sobre la educación y los tiempos difíciles en los que nos toca vivir, sin que apenas podamos convivir más allá de nuestro entorno próximo y – estoy de acuerdo con la autora- mediante el espejo deformado de las nuevas tecnologías.
Sobre educación, evaluación, retroalimentación, redes…La primera pregunta que como docentes podríamos hacernos es para qué enseñamos, esto nos obligaría a posicionarnos, a ser radicales. La evaluación, como parte del proceso, también quedaría respondida. Dentro de nuestro sistema decimos que la evaluación es continua, formativa y también sumativa y tendemos a identificar lo formativo con una orientación cualitativa y lo sumativo con la cuantitativa. Dos enfoques, en fin, que responden a diferentes modelos, subjetivista y objetivista, que hoy, en mi humilde opinión deberían estar superados; no son dos cuestiones antinómicas o irreconciliables. Sinceramente considero que necesitamos datos mensurables, comparables y objetivos al igual que necesitamos un diálogo horizontal para poder interpretarlos correctamente y que no puede ser más que en beneficio de nuestros alumnnos. La educación, la evaluación ha de buscar este bien dentro de una sociedad en que las formas de comunicación y producción de información que generan las redes, se imponen como modelo de desarrollo, como forma de ser y de poder Hoy más que nunca corresponde a las administraciones objetivar quienes están fuera, no solo porque no tienen los medios para conectarse, sino también aquellos y aquellas que, aún teniéndolos, no pueden aprovecharlos en su propio beneficio. Se debe saber para poner remedio, sino el espejo deformado seguirá ampliando al más grande y empequeñeciendo al más pequeño.
Gracias por tu mensaje, tocayo. Cada uno tiene su ámbito de responsabilidad: administraciones, profesores, familias… Y todos deberíamos estar al servicio de los estudiantes a los que atendemos, empezando por comprender sus situaciones y así poder valorar qué necesitan aprender y qué necesitan PARA aprender
Muy interesantes todos los aportes a la reflexión y hermoso el reto del espejo que nos permita vernos a destiempos y en la historia, proyectarnos, repensarnos y tomar decisiones que involucren el nos-otros teniendo en cuenta la co-responsabilidad de cada quien en su rol.
Ojalá, la escuela no vuelva a ser la misma y la reflexión en colectivo finalmente nos vuelva atrevidos. Apresuremos el paso para lograr un mejor porvenir que satisfaga los intereses y motivos de aquellos que aún creemos en una educación pertinente, contextualizada y de hoy para “pasado mañana”