El término de didáctica surge en la Antigua Grecia, lo didáctico era primariamente un subgénero de la epopeya griega junto con lo heroico y lo histórico. Es por lo anterior, que la definición etimológica del término proviene del griego didaktikós: apto para la docencia; didaktiké: enseñando y didaskalia: enseñanza, con una doble acepción, en el campo de la enseñanza y en el del teatro. Sin embargo, no fue hasta 1629, cuando la palabra didáctica fue recuperada por Ratke, en su libro “Principales Aforismos Didácticos” (Torres y Girón, 2009: 9). No obstante el término, fue consagrado por Juan Amós Comenio, en su obra Didáctica Magna, publicada en 1657, en donde la define como “el artificio universal para enseñar todo a todos los hombres” (Comenio, 1997). De esta manera, la didáctica está íntimamente ligada desde sus orígenes a la enseñanza, dando como resultado que lo didáctico haga referencia a la enseñanza en relación con el aprendizaje, constituyéndose como objeto de estudio.

En esta relación entre la enseñanza y el aprendizaje existen diversos enfoques que de acuerdo a sus consideraciones teóricas dan un tratamiento particular al proceso didáctico, entre las que se encuentran: la didáctica tradicional que prioriza los contenidos sobre las estrategias y le da un protagonismo al profesor; la tecnología educativa que considera al aula como un laboratorio y al profesor como un ingeniero conductual, y la didáctica crítica que armoniza objetivos-contenidos-estrategias y le da protagonismo al estudiante.

Es en este contexto, donde se inserta la didáctica reflexiva, como un enfoque particular para el tratamiento del proceso de enseñanza aprendizaje, cuyo fundamento teórico se encuentra en la práctica reflexiva, que al promover la reflexión sobre la práctica conduce a profesor y estudiante a considerar su actuación específica y a convertirse en protagonistas del proceso de enseñar y de aprender, no habiendo una separación entre ambos procesos, pues aunque cada quien asume el papel que le corresponde, el profesor el de enseñar y el estudiante el de aprender, ambos se convierten en protagonistas habiendo una comunicación abierta que termina con las restricciones de otros enfoques que consideran a la enseñanza y al aprendizaje como compartimentos estancos.

Cabe considerar entonces que, la didáctica reflexiva, es una postura para el tratamiento del proceso de enseñanza y de aprendizaje, que favorece el diálogo reflexivo como estrategia y que busca influir en los procesos afectivos y cognitivos de los profesores y de los alumnos, mediante una comunicación bidireccional y dinámica en donde existe una relación armónica entre: profesor-contenido-estrategias-estudiante.

Siendo la enseñanza reflexiva, el término más común para designar el quehacer de la práctica reflexiva en el aula, se presenta a la didáctica reflexiva como una propuesta novedosa, que integra de manera más holística a la enseñanza y al aprendizaje.

Por lo anterior, abro a la discusión su consolidación dentro del campo del saber pedagógico.

Sara E. Galbán
Doctora en Pedagogía por la Universidad de Barcelona
Profesora e investigadora en la Universidad Panamericana
Ciudad de México (México)

Referencias Bibliográficas
Comenio, J. (1997). Didáctica Magna. México: Porrúa.
Torres, H. y Girón, D.(2009). Didáctica general. San José: Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana.