¿Pueden los maestros generar conocimiento a partir de su práctica docente o deben depender del saber experto que produce la investigación educativa de la Universidad?

En la conferencia “El maestro como profesional reflexivo”[1] el profesor Kenneth Zeichner revisa el concepto de reflexión en la formación del profesorado en los Estados Unidos y defiende al maestro como productor de conocimiento sobre la enseñanza frente a otras visiones que lo sitúan como consumidor y transmisor de las ideas de otros. El problema se plantea en los siguientes términos: es un error prescindir de la voz y de la experiencia sobre la práctica de los maestros en los procesos de reforma educativa que se están llevando a cabo y que están fundados esencialmente en el conocimiento generado en la universidad.

La manera como se han usado los conceptos de reflexión y profesional reflexivo en la formación de formadores en EEUU ha contribuido, a su juicio, a mantener la postura dependiente del maestro dejando a un lado la experiencia sobre su práctica, reduciendo el proceso reflexivo a la aplicación de metodologías docentes, evitando consideraciones sociales que trasciendan su ejercicio práctico y excluyendo la reflexión colectiva a favor de la individual.

Para definir su postura sobre la práctica reflexiva Zeichner elabora un marco de interpretación en la que describe cuatro tradiciones de la práctica docente norteamericana: la “académica” apoyada en las asignaturas; la de “eficiencia social” basada en la aplicación de estrategias docentes; la “desarrollista” centrada en la evolución del alumno y la “reconstruccionista social” fundada en la reflexión sobre el contexto socio-político y que aspira a mejorar la calidad de vida. Con esta perspectiva histórica el autor posiciona los tres principios de su propuesta pedagógica para la formación de formadores. Primero, la práctica reflexiva se dirige tanto al ejercicio docente propio como al contexto donde se sitúa. Segundo, los maestros deben ampliar su ámbito de reflexión a las consecuencias sociales y políticas de su práctica. Tercero, la construcción de comunidades de aprendizaje de maestros es una vía estratégica para lograr el esperado cambio social e institucional de la educación. Para concluir, el autor alerta sobre el peligro de tratar la reflexión como una finalidad en sí misma independientemente de los objetivos que la justifiquen, las metas hacia las que se orienta y la calidad de su utilización.

El concepto de maestro como profesional reflexivo debería respetar y reconocer el conocimiento que se genera a partir de la práctica de los buenos profesores, sin que esto implique la exclusión de los saberes que proviene de la investigación universitaria. Basándose en la idea de “acción reflexiva” de John Dewey, Zeichner propone una forma de afrontar y responder a los problemas –una manera de ser maestro- que trasciende la solución lógica o la aplicación de metodologías. Su postura se centra esencialmente en la figura del profesor y su contexto de actuación. Desde este punto de vista Zeichner reconoce los perjuicios de la separación entre teoría y práctica que ha impuesto la racionalidad técnica: debe superarse la idea de que la teoría está en la investigación educativa de la Universidad y la práctica en las aulas. Para ello, el autor propone reformular el concepto de enseñanza reflexiva haciendo consciente el “conocimiento tácito” schöniano: esto no es otra cosa que someter las teorías prácticas al examen propio y de los compañeros para que los maestros tomen conciencia de su ejercicio docente y de las condiciones sociales que lo configura. Llegados a este punto, es necesario puntualizar que la propuesta de Zeichner hace referencia a la “enseñanza reflexiva” –y no al aprendizaje reflexivo- si bien la formación para ejercer la profesión de profesor implique esencialmente asumir el papel de aprendiz.

Eugenia López Reus.

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[1] Conferencia presentada en el 11º University of Wisconsin Reading Symposium: Factors Related to Reading Performance, Wisconsin, 1982. (Traducción: Pablo Manzano Bernárdez).