En estas últimas décadas, la didáctica universitaria ha vivido un proceso de renovación basado en una nueva perspectiva pedagógica en la que se han producido ciertos avances en los modelos docentes y en los modos de plantear el aprendizaje. Un elemento clave para esto es la evaluación, que ha replanteado la forma de calificar a los estudiantes. En Colombia este ha sido un proceso largo cuyo debate sigue abierto y vivo.

En ese sentido, el Seminario Internacional de Pedagogía Universitaria organizado por el Centro para la Excelencia Docente de la Universidad del Norte de Barranquilla (región Caribe de Colombia) celebrado los días 16 y 17 de junio estuvo enfocado en responder a esta pregunta: ¿Cómo mejorar las prácticas de evaluación en el aula? El seminario internacional los han dirigido dos destacadas expertas de la Plataforma Internacional Práctica Reflexiva, Àngels Domingo y Carme Balaguer, pedagoga y psicopedagoga y ambas Doctoras en Educación que son docentes e investigadoras en ámbito universitario catalán.

Han trabajado en el contexto de nuestra universidad con 72 docentes de la Universidad del Norte de diversas áreas académicas y han facilitado la adquisición de una nueva cultura evaluativa que se traduce en praxis de evaluación auténtica y basadas en las evidencias de los aprendizajes de los estudiantes universitarios. .

El Seminario-Taller Cómo mejorar la praxis evaluativa en el aula universitaria fue de corte mixto por su carácter teórico-práctico, y abordó las bases didácticas, las habilidades y los instrumentos que potencian que los participantes mejoren la competencia evaluativa en su contexto universitario. El objetivo principal era mejorar la praxis evaluativa en sus respectivas aulas, para lo cual se propuso una profunda revisión conceptual de la finalidad pedagógica de la evaluación y una renovación en su modo de transferirla a la práctica docente.

“Nos encontramos inmersos en un sistema educativo que nos exige acreditar los estudios, por lo tanto la evaluación es necesaria. Pero también es necesaria para controlar nuestro progreso, para darnos cuenta de que vamos avanzando y que si algo no anda bien hay que rectificarlo. Nos permite ver si nuestra docencia va bien o no, sirve para mejorar y gestionarnos en referencia a nuestros aprendizajes y lo que queremos lograr con ellos”, expresó Balaguer, profesora de la Universitat Internacional de Cataluña (España).

Por eso, se hace indispensable establecer un conjunto de conocimientos, estrategias, herramientas y conceptos sobre los cuales los docentes puedan diseñar sus propias parcelaciones, con base en el desarrollo de competencias y su evaluación. Según las ponentes invitadas eso está estrechamente ligado con la calidad educativa, que se evidencia cuando los egresados son capaces de aplicar en su vida laboral los conceptos aprendidos durante sus estudios.

Hace unos 10 años, las calificaciones se basaban en sus productos y eran básicamente escritas. Actualmente, se intenta valorar los procesos de los estudiantes: los procedimientos, los sistemas de análisis, sus participaciones, etc. Y a partir de allí diseñar actividades de diferente manera que no sean exclusivamente las tradicionales, sino que cada una de ellas desarrolle una competencia en específico.

“El objetivo es que los alumnos acaben siendo personas competentes en muchos ámbitos. Y esta no se desarrolla únicamente con el conocimiento, sino también con el saber hacer, saber ser, saber estar y saber comunicar. Para lograr esa finalidad, se requiere incorporar nuevos instrumentos de evaluación alternativa o auténtica cuyo novedad estriba en que la calificación de del estudiante es más bien un juicio cualitativo del docente que ha adoptado una modalidad de evaluación auténtica, es decir aquella que se basa en las evidencias del aprendizaje de los alumnos”, explico Domingo. Todo un reto en la enseñanza universitaria en la que está tan enraizada la evaluación basada exclusivamente en exámenes convencionales orales y escritos. “La nueva cultura evaluativa y el código ético del docente hace emerger con fuerza en la didáctica universitaria el uso de instrumentos evaluativos que permitan que los estudiantes expliquen con sus propias palabras lo que han aprendido, sin memorizar mecánicamente, que debatan sobre los contenidos. Eso permite evidenciar su comprensión y su capacidad de diálogo, de análisis y de síntesis. Asimismo, están la presentación y exposición de trabajos realizados en grupo, que desarrolla en los alumnos la capacidad de trabajar cooperativamente, como lo tendrán que hacer en la vida real” añadió, Domingo, fundadora y directora de la Plataforma Internacional Práctica Reflexiva.

Todas estas herramientas sirven para formar profesionales íntegros, que no solo tengan conocimientos en áreas específicas del saber, sino que sean competentes laboralmente. Durante el seminario las doctoras invitadas afirmaron que algunas de las principales competencias trasversales en todos los estudiantes son el trabajo en grupo, la competencia comunicativa oral y escrita, el acceso a las TIC para aprender, el pensamiento crítico y el pensamiento sistémico.

“El reto más importante es operativizar las buenas palabras. Es decir, es muy bonito trabajar por competencias pero hay que ver de qué manera diseñamos nuestra docencia día a día y nuestra evaluación, de manera que las actividades que se incluyan en esta docencia permitan ese aprendizaje de competencias; con acciones que sean variadas, que no sean únicamente estudios repetitivos”, concluyó Balaguer.

Adriana Chica G.
Universidad del Norte
Barraquilla (Colombia)