¿En qué se parecen un campo de futbol y un aula? En más aspectos de lo que parece a primera vista. Esto es lo que intuyó la Escuela de Educación de Harvard el pasado mes de abril, cuando invitó a los representantes de la liga de futbol americano (NFL) a un seminario en su sede. Incluso se podría decir que, a la luz de los resultados del encuentro, es una verdadera pena que las aulas de los colegios y universidades no se parezcan más a los campos de futbol en la actualidad.

“Si alguien en el campo no hace bien sus deberes, el partido entero se desbarata.  Tiene mucho que ver con la relación entre alumno y maestro y entre maestro y maestro… todo el mundo depende del éxito del otro” dijo el presidente de la asociación de jugadores, pasando inmediatamente a recomendarles a las autoridades educativas que creen comunidades de docentes si es que quieren conseguir la excelencia.

Además del trabajo en equipo (teamwork), los métodos pedagógicos de la NFL son bastante exitosos. Se apoyan mayoritariamente en el visionado de videos. Para Domonique Foxworth, ex estrella y ahora representante de sus compañeros, ver videos fue el secreto de su prolongada carrera deportiva. Su explicación no puede ser más clarificadora: “tenía éxito porque las jugadas que yo hacía eran todas cerebrales; eran jugadas para las que me había preparado” dijo, “las reconocía cuando se estaban aproximando, veía las claves, y en una fracción de segundo era capaz de tomar aquella decisión”.

Hay que decir que el uso del video no se ha extendido más en educación por las mismas razones que el aprendizaje reflexivo no se ha impuesto en las aulas con la rotundidad que le correspondería: no se ha llegado a entender suficientemente que son las experiencias las que enseñan y no la exposición de contenidos, la repetición o la memorización. El escaso acceso al video en el sistema educativo de los EEUU, en contraste con su uso estratégico por parte de los mejores futbolistas de ese país, fue una de las revelaciones más importantes de este encuentro en Boston.

Otro aspecto digno de señalar  se refiere a las competencias que la NFL considera esenciales para jugar al futbol. Ellos no se fijan tanto en las condiciones atléticas, que se le suponen al futbolista como el valor al soldado, sino en la capacidad del novato para “entender” los partidos. Uno de los representantes aseguró que al avaluar el potencial de un jugador se preguntaban por su “capacidad para aprender, por su actitud hacia el aprendizaje… cómo va a aprender, absorber y entender el juego” dijo. “Esa es, en mi opinión personal, la diferencia entre los individuos que lo logran y los que no” agregó convencido.

Los participantes, educadores y deportistas a partes iguales, llegaron a la conclusión  común de que los parecidos entre un partido de futbol y la gestión de un aula son muchos. Un tercer directivo de la NFL describió estas similitudes asegurando que afrontar un partido “es como prepararse para dar una clase, se trata de cómo respondes a los acontecimientos cuando algo sale mal; cómo aprendes de los errores y cuan capaz eres de cambiar”. Incluso este deportista, que también había sido profesor en el pasado, se atrevió a decir que lo que sucede en una jugada complicada en el campo es igual a lo que sucede en un aula: “un buen profesor te puede decir todas esas decisiones individuales que ellos están llevando a cabo y el por qué lo están haciendo”.

Según dicen, Carles Pujol, el capitán del Barça, se queda a veces en el campo después de los partidos cuando todos se han ido y se pasea a oscuras por el campo vacío y en medio del silencio más absoluto: ¿en qué y cómo pensará en esos momentos?

Eugenia López Reus

Equipo Directivo